Verano consciente: cómo alimentarse bien frente al calor y la desinformación

Las altas temperaturas del verano traen consigo no solo calor sofocante y noches de sueño difícil, sino también un aluvión de consejos poco confiables sobre cómo alimentarse en esta temporada. En redes sociales y mensajes reenviados aparece de todo: que si solo frutas, que si nada de grasas, que el café deshidrata… Pero ¿cuánto de esto es cierto? Y, sobre todo, ¿cómo cuidar realmente nuestra salud física y mental durante una ola de calor?

En este artículo desmontamos los mitos más comunes sobre la alimentación en verano y proponemos una visión informada, equilibrada y sensata para disfrutar de un verano más saludable, sin caer en modas ni desinformaciones.

Mitos comunes que pueden ponerte en riesgo

1. “Beber más agua evita el golpe de calor”

Sí, mantenerse hidratado es clave. Pero beber grandes cantidades de agua de golpe puede diluir los niveles de sodio en sangre y provocar malestares como fatiga o confusión. Lo recomendable es distribuir la ingesta de líquidos a lo largo del día y, en caso de sudoración excesiva, reponer también los electrolitos.

2. “El café y el té están prohibidos en verano”

Se dice que estas bebidas deshidratan, pero en realidad, si se consumen con moderación, pueden contribuir a la hidratación. Un té frío o un café con hielo pueden ser opciones refrescantes y seguras, siempre que se eviten los excesos de azúcar o cremas.

3. “Con fruta es suficiente”

Las frutas con alto contenido de agua, como la sandía o el melón, ayudan a mantenerse hidratado, pero no pueden sustituir el consumo directo de líquidos. Además, una dieta solo basada en frutas es desequilibrada y puede provocar deficiencias nutricionales.

4. “Los alimentos fríos son siempre mejores”

No necesariamente. Comer helados o bebidas muy frías puede generar un alivio momentáneo, pero también puede ralentizar la digestión o generar una sensación térmica de rebote. En muchas culturas cálidas se consume sopa caliente porque favorece la sudoración y ayuda a regular la temperatura corporal.

5. “En verano hay que eliminar las grasas”

Eliminar todas las grasas es un error. Las grasas saludables (aguacate, frutos secos, pescados grasos, aceite de oliva) son esenciales para el cuerpo. Lo ideal es reducir frituras y grasas saturadas, pero no eliminar por completo este grupo de alimentos.

6. “Cuanto menos como, mejor”

El calor puede disminuir el apetito, pero el cuerpo sigue necesitando energía. En lugar de saltarse comidas, lo recomendable es optar por porciones más pequeñas y frecuentes, con preparaciones frescas pero completas.

Cómo alimentarse de forma inteligente en verano

Prioriza comidas ligeras, pero nutritivas: ensaladas con proteínas, frutas, cereales integrales y grasas saludables.
Bebe líquidos con regularidad: no esperes a tener sed para hidratarte, y si haces ejercicio o sudas mucho, considera bebidas con electrolitos.
Incluye variedad de colores en tus platos: es una forma fácil de asegurar una dieta rica en vitaminas, minerales y antioxidantes.
Evita los extremos: ni todo frío, ni todo crudo, ni eliminar grupos de alimentos. Escucha a tu cuerpo.
Infórmate con fuentes confiables: lo que funciona para una persona no necesariamente es válido para todos. Acude a profesionales si tienes dudas.

El verano no es excusa para descuidar la alimentación ni para seguir modas pasajeras. Una alimentación consciente no solo ayuda a sobrellevar mejor las altas temperaturas, sino que también promueve un bienestar integral y sostenido. Porque cuidar el cuerpo empieza por lo que decidimos poner en nuestro plato, incluso (y especialmente) cuando el calor aprieta.

Infórmate, equilibra, hidrátate. Y sobre todo, no creas todo lo que circula en internet.