
Una Quijotada que inspira a la creación de un Fondo editorial Quintanarroense
Realmente reconozco y me siento orgullosa de ser parte de un momento histórico en el que (no con la magnitud necesaria, ni con los apoyos requeridos) hay iniciativas independientes que abren espacios a la producción editorial de obras de escritores locales, tal como está sucediendo actualmente con Grupo Vértice, liderado por el escritor, periodista y editor Luciano Núñez, quien ha apostado por correr el riesgo de financiar la impresión (y todos los procesos editoriales necesarios) para la producción de libros representativos del quehacer literario local.
Q-18 es una antología que reúne la voz de 18 mujeres poetas radicadas en Quintana Roo, cuyas edades y trayectorias son representativas de lo más variado y plural de las letras contemporáneas femeninas en muestro estado.
Un esfuerzo que, sin duda, da ejemplo y pone sobre la mesa el papel de las instituciones y la necesidad de apoyos (públicos y privados) para el fomento a la cultura con base en proyectos que repercutan socialmente – como ha sido el emblemático caso de la administración del Instituto de cultura municipal (ICA) en donde destacan los logros del equipo coordinado por Carlos López, que ha sabido aprovechar los recursos públicos para formar compañías municipales de teatro, música y danza, estimulando el desarrollo de artistas locales.
Por ello, y sin pretender ser ingenua, el viernes 25 de julio, al escuchar a Mara Lezama avalar y aplaudir la iniciativa de Luciano Núñez, asegurando su apoyo a quienes trabajamos en el mundo de las letras, me surgió la idea de lanzar una propuesta (cuyo éxito ya he podido comprobar en otras entidades como CDMX; Estado de México; Jalisco; Nuevo León; Puebla y Veracruz): la de sugerir la creación de un Fondo editorial Quintanarroense que realmente reconozca y sirva para fomentar, no sólo el hábito de la lectura, sino para que se editen obras que hablen de la historia, cultura, personajes y artistas de nuestro estado; además de la publicación de sus obras, por supuesto.

Es por ello que lanzo esta invitación para proponer (en colectivo) una iniciativa que, con base en lo dicho por nuestra gobernadora y en lo ya establecido en la Ley de cultura, para generar acciones que, como en muchas otras latitudes, ofrezcan premios (cómo el desafortunadamente desaparecido Premio Internacional de Poesía del Caribe, producto del esfuerzo del escritor Nicolás Durán)… de tal modo que las y los autores y autoras puedan publicar sus obras y que eso no sólo dependa de su bolsillo (de por sí escueto con la falta de trabajo y de salarios poco dignos para el menesteroso oficio de escribir), lo que hace de las ediciones de autor una opción a la que muy pocos pueden acceder.

Siempre ha sido digno de reconocimiento el trabajo editorial independiente, sobre todo en un estado como Quintana Roo en el que, por desgracia y por falta de recursos, muchos proyectos editoriales han desaparecido o están en franco peligro de extinción. Y es que ha habido excelentes iniciativas editoriales como la de Nicolás Durán, con su revista La Gaceta del pensamiento y sus libros de la Gaceta; o las de Miguel Meza con su Tropo a la uña o la de Agustín Labrada con su revista Río Hondo… esfuerzos que han implicado la búsqueda de patrocinios y financiamiento público y privado que, desafortunadamente, terminan por desaparecer y dejar a la deriva la posibilidad de materializar documentos que den testimonio del quehacer artístico y talento de los escritores de nuestra entidad.

Otra revista digna de mención es Hola Tulum, dirigida por Darwin Carabeo quien, al igual que los anteriormente citados, no sólo dan muestra de su creatividad y entusiasmo, sino de la perseverancia y esfuerzo constante por sobrevivir en un mundo en donde la cultura y el arte no encuentran financiamiento y parecen siempre a la deriva de las políticas públicas y privadas.
Por ello resulta muy desalentador ver agonizar o mantenerse en “estado de coma” esfuerzos de tantos años, que sobreviven apenas a la espera de las “dádivas” de quienes tienen el poder de contribuir a dar a conocer también nuestro estado como una atractiva oferta de turismo cultural, divulgando sus zonas arqueológicas, artesanías y tradiciones ancestrales aún vigentes, lo que atrae mucho al turismo europeo y oriental.
La ciudadanía necesita recuperar la confianza y comprobar el compromiso social de las instituciones oficiales que tienen la responsabilidad política de promover, financiar y propiciar las condiciones materiales para que los artistas y gestores tengan acceso a espacios, sueldos e incluso a una auténtica participación ciudadana en la generación de políticas públicas con visión a largo plazo. Mientras que muchas empresas también pueden patrocinar espacios físicos, digitales e impresos que dejen testimonio del enorme legado de la cultura maya y de la riqueza artística y cosmopolita de sus actuales habitantes.
Y es que, a fin de cuentas, los ciudadanos hemos cedido la administración de nuestros recursos materiales e intangibles a los funcionarios que tienen la oportunidad de demostrarnos su capacidad de liderazgo, trascendencia y visión a corto, mediano y largo plazo.
Sirva pues este texto como reflexión en un momento trascendental en el que gobiernos, empresas y protagonistas culturales podemos hacer sinergias de la mano de la participación ciudadana y demostrar el compromiso compartido que tenemos con la sociedad; además de la coherencia entre discurso público y las acciones que realmente transformen nuestra realidad.




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